sábado, 26 de febrero de 2011

BOCA - ALL BOYS (21.15) La Bombanera

 

En una noche de Cabildo abierto, Riquelme mirará el partido desde el palco por decisión de Falcioni. El DT se juega una brava ante All Boys por su 4-4-2 y se expone a la tribuna. ¿Habrá veredicto?
El que no quiere ir esta noche a la cancha de Boca no es amante del fútbol como bendición de la mayoría. ¿Que no juega Riquelme? ¿Y? Es apenas un reduccionismo de una historia apasionante. Hoy casi 40.000 tipos serán testigos/protagonistas de una de las mayores expresiones populares que se hayan observado en un estadio argentino. El Templo de Román, hoy ante All Boys, presenciará un sacrilegio de aquéllos: Riquelme, el emblema, el ídolo, el diferente, el rebelde, el polémico, el cuestionado, mirará el partido sentadito en su palco por exclusiva determinación de Falcioni, el técnico, el valiente, el arriesgado, el convencido, el único...
Este sábado 26 de febrero de 2011 tiene pinta de convertirse en hito: hay olor a que no se podrá frenar la manifestación de un pueblo por uno de sus líderes históricos. Para bien o para mal, hoy se marcará el termómetro. La ponderada enjundia de Pelusa se pondrá en juego en un escenario imponente.
En los foros de Internet, en los comentarios previos de pasillo, en el café, en la esquina... Prácticamente en cada rincón en el que habita un futbolero se pronostica cuál será el comportamiento de la Bombonera. Hay riesgo, y es consciente Falcioni, de que se convierta en una bomba de tiempo. Se esperan banderas, cánticos y un impresionante despligue de amor por el ídolo que no juega. En la semana ya hubo un banderazo en el Obelisco y en algunos blogs las opiniones arden, aunque también hay de las otras. En varias encuestas que circulan por la web (como la que reflejó Olé en su versión digital) se nota un nutrido apoyo al DT. Además, se sabe que La 12 no le otorga la venia al 10. De hecho, el año pasado ya se había generado un enfrentamiento público cuando Román sugirió que lo habían apretado tras no festejar un gol con Palermo, el día que Martín se convirtió en el máximo goleador histórico del club: “No me salió festejar atrás de ese arco”, había declarado JR aquella vez.
Al fin y al cabo se tratará de una de esas noches en las que lo que pasará afuera tendrá tanta importancia como lo que pasará adentro. En el análisis de Falcioni, sin embargo, el resultado del partido será clave. Según su lógica, “si ganamos van a decir que estuve bien” y “si perdemos van a decir que soy un burro”. Así, y considerando que la salida de Riquelme fue por “funcionamiento”, igualmente se vislumbra que su regreso se puede dar independiemente del score. Y aquí entran en acción los condicionales... ¿Si Boca triunfa, seguirá el técnico enamorado de su 4-4-2 o le abrirá un hueco a Román para calmar los ánimos internos y no exponerse a otra semana agitada? ¿Si la tribuna exige de modo imperativo el retorno del 10, se bancará el entrenador enfrentarse tan rápido a su gente? ¿Si el equipo pierde, se supone obvia la vuelta del enganche? Como Román todo lo puede y todo lo divide, desde su juego hasta su personalidad, su ausencia se ha convertido en carne de debate entre los que lo acusan de todos los males y los que lo defienden por lo que sea y cómo sea en acaloradas discusiones. Para algunos siempre juega bien. Para otros siempre juega mal. Así es Riquelme. Tal vez en la noticia deportiva más resonante de los últimos tiempos, Falcioni ha decidido borrar al hombre que vapuleó el ego de Maradona en la mismísima Bombonera. ¿Se transformará en la Bombanera?

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